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Turismo y Cultura

La Plata vuelve a los grandes recitales para celebrar su cumpleaños: qué bandas tocarán

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La Plata celebrará su cumpleaños número 143 con un recital musical gratuito el miércoles 19 de noviembre en Plaza Moreno, donde miles de vecinos podrán disfrutar de una programación que combina talentos locales con artistas consagrados. Los festejos forman parte de una agenda cultural más amplia impulsada por la gestión municipal.

Cumpleaños de La Plata: qué bandas tocarán en el recital gratuito

El escenario central reunirá propuestas de distintos géneros, encabezadas por El Mató a un Policía Motorizado, Cruzando el Charco, Kapanga y Los Besos, cuatro nombres que aseguran un marco masivo y diverso para los festejos.

A ellos se sumarán Los Bicivoladores, Rara y La Retirada Murga, las tres bandas locales ganadoras del concurso La Plata es Música, una iniciativa municipal que busca impulsar a artistas emergentes y fortalecer la escena cultural platense.

El festival se integra a la Semana de la Música, un ciclo que se desplegará del sábado 15 al 22 de noviembre con una amplia agenda artística en distintos puntos del partido. Durante ocho jornadas, vecinos y visitantes podrán disfrutar de espectáculos de tango, folclore, rock, bolero y otros géneros.

Las actividades se desarrollarán en espacios emblemáticos como la Catedral, el Hipódromo, el Pasaje Dardo Rocha, Plaza Moreno, el Playón de Meridiano V y el Teatro Argentino, promoviendo la circulación cultural en toda la ciudad.

Con esta grilla de propuestas, la gestión del intendente Julio Alak busca “promover la participación cultural, potenciar la música local y ofrecer espacios de encuentro para toda la comunidad en una fecha significativa para la capital bonaerense”.

La celebración del cumpleaños de La Plata no solo propone un recital masivo, sino también la revalorización de la identidad platense a través de la música y la ocupación del espacio público.

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“Fuimos una zona de sacrificio”: una hija de Epecuén cuenta en un libro el esplendor y la caída del paraíso termal bonaerense

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La escritora Patricia Bonjour, hija de una familia de Epecuén, presentó su libro “Epecuén: En la memoria de las ruinas”, una obra que recupera la voz de los habitantes de aquel pueblo bonaerense que desapareció bajo el agua en noviembre de 1985, hace exactamente 40 años. En diálogo con Todo Provincial RADIO, la autora repasó su historia personal, los años dorados de la villa termal, la tragedia de la inundación y la memoria colectiva que aún late entre quienes la habitaron.

La infancia entre hoteles, turistas y sueños

Al mes de nacer ya estaba en Epecuén”, contó Bonjour, quien nació en 1961 y vivió allí toda su infancia y adolescencia. En aquellos años, la villa era un símbolo de prosperidad y modernidad. “Había grandes inversiones, hoteles de lujo, parques, cines, canchas de tenis, y se pensaba incluso en construir un casino como el de Mar del Plata”, recordó.

El origen de la villa turística se remonta a fines del siglo XIX, cuando los estudios sobre la laguna revelaron que sus aguas poseían una salinidad superior a la del mar, sólo superada por el Mar Muerto. Ese hallazgo impulsó el desarrollo de un turismo termal sin precedentes en la provincia de Buenos Aires. “Carhué comenzó con los primeros hoteles hacia 1900, y Epecuén creció con loteos, espigones y proyectos pensados a lo grande”, explicó.

A mediados del siglo XX, el perfil de los visitantes cambió. “Entre el 45 y el 55 se promovió un turismo más popular, ligado al pueblo trabajador. Muchos habitantes comenzaron a levantar sus propios hospedajes con esfuerzo, ladrillo por ladrillo. En invierno éramos mil personas y en verano llegaban entre 20 y 25 mil turistas”, recordó Bonjour, evocando la vida vibrante de un destino que combinaba lujo, aguas termales y fiestas con orquestas en vivo.

Entre el turismo y la industria

Además del turismo, Epecuén tuvo una importante actividad minera. “La sal era un recurso estratégico, utilizada para medicamentos y detergentes. Había minas y trenes que transportaban la producción. Pero también se discutía hasta qué punto esa explotación podía afectar el turismo”, relató. Esa tensión entre desarrollo industrial y sustentabilidad turística marcó parte de su historia.

El avance del agua y la tragedia del éxodo

Todo cambió en 1975, con la finalización del Canal Ameghino, una obra hidráulica pensada para paliar la falta de agua durante los períodos de sequía. “El problema fue que se construyeron tres tramos de cuatro. El último, que debía regular el ingreso de agua al sistema de lagunas encadenadas, nunca se hizo y quedó como una canilla abierta”, señaló Bonjour.

Con el cambio climático de los años 70, las lluvias se intensificaron y el canal siguió abierto. “El agua comenzó a subir y durante casi diez años vivimos una agonía lenta. Los turistas dejaron de venir, los hoteles cerraban, y el pueblo se sumergía en una tristeza colectiva”, relató.

El 8 de noviembre de 1985 se fisuró el terraplén que intentaba contener la laguna, y dos días después comenzó el éxodo masivo. “No nos íbamos porque no teníamos dónde ir. Esa era nuestra vida, la tierra elegida por nuestros padres. Muchos decían: ‘Yo no perdí propiedades, perdí mis sueños’”, recordó emocionada.

Para Bonjour, la inundación no fue una fatalidad natural sino una consecuencia de decisiones humanas. “Yo soy una de las indemnizadas por la provincia. Y no se indemniza a nadie por la lluvia, sino por las obras no realizadas y la desidia estatal”, afirmó.

De la desolación al renacer

El agua cubrió todo durante tres décadas. “Treinta años después volví a mi casa y no quedaba nada”, contó. Muchos vecinos se refugiaron en Carhué, que tuvo que absorber a los desplazados y también enfrentó el riesgo de quedar bajo el agua. “Fuimos una zona de sacrificio. Se eligió inundar Epecuén para salvar otros pueblos”, lamentó.

En medio de esa lucha, su padre —fotógrafo de toda la vida— se convirtió en un referente político local y fue intendente de Adolfo Alsina entre 1994 y 1996. “Mi papá siempre decía que quería morir en Epecuén. Como él, muchos epecuenses murieron sin poder volver”, recordó Patricia.

Un libro para recuperar la memoria

“Epecuén: En la memoria de las ruinas” no busca señalar culpables ni reconstruir datos técnicos, sino dar voz a quienes vivieron el antes, el durante y el después. “Es una narrativa testimonial. Habla de lo que sentimos, de cómo fue vivir ahí, irnos y tratar de reconstruirnos. Son historias de vida, de pérdida, de resistencia”, explicó.

El libro reúne 40 entrevistas, documentos familiares y fotografías tomadas por su padre. “He trabajado este tema durante 40 años. Escribirlo fue un modo de sanar, pero también de agradecer a quienes se animaron a abrir ese cofre de recuerdos y dolores”, sostuvo.

Un reencuentro lleno de emoción

Hoy, las ruinas de Epecuén son un sitio turístico y patrimonial que atrae a viajeros, fotógrafos y curiosos de todo el mundo. “El 9 de noviembre nos reunimos los epecuenses de diferentes lugares. Fue un reencuentro lleno de emoción. Carhué tiene hoy hoteles, termas y spa, pero Epecuén es otra cosa: tiene una identidad única, una historia que sigue viva bajo el agua y en nuestra memoria”, concluyó Bonjour.

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Se cumplen 40 años de la inundación de Villa Epecuén, la joya turística que el agua convirtió en ruinas

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Este 10 de noviembre se cumplen 40 años de la inundación de Villa Epecuén, la tragedia que en 1985 sumergió completamente al pueblo bajo las aguas del lago homónimo y obligó a evacuar a sus casi 1.500 habitantes. Situada a 7,3 km de Carhué, la villa había sido fundada en 1921 por Arturo Vatteone, a orillas de una laguna cuyas aguas saladas y termales eran comparadas con las del Mar Muerto, y que llegó a recibir 25 mil turistas cada verano.

Durante décadas, Epecuén fue un polo turístico y de salud en la provincia de Buenos Aires, con más de 6 mil plazas hoteleras, 250 comercios y una comunidad estable de unas 1.200 personas.

Sin embargo, antes de la llegada de turistas ya se explotaba su riqueza mineral, a partir de la extracción de sulfato de sodio, utilizado para la industria del papel, vidriera, textil y quimica pesada. Con el acrecentamiento de la actividad termal medicinal iniciada en 1921, la extracción comenzó a ser cuestionada y en 1951 el gobierno de Perón estableció una serie de restricciones para cuidar el recurso pues no era renovable rápidamente.

El turismo en Villa Epecuén creció durante décadas y llegó a ser una de los principales destinos de la provincia. Pero, en noviembre 1985, tras años de lluvias intensas y el abandono de obras hidráulicas claves como el canal Ameghino, el terraplén defensivo cedió y las aguas arrasaron el pueblo, dejando bajo el agua todo su ejido urbano.

El proceso de evacuación duró 15 días, y aunque no hubo víctimas fatales, los daños materiales fueron totales. En apenas dos años, las ruinas quedaron completamente cubiertas por la laguna, que recién comenzó a retroceder dos décadas después, revelando un paisaje desolador de calles agrietadas, árboles muertos y construcciones en ruinas.

Actualmente, Epecuén es un símbolo de la memoria y la resiliencia, visitado por fotógrafos, turistas, periodistas y deportistas de todo el mundo. Su último habitante, Pablo Novak, permaneció viviendo entre las ruinas hasta su fallecimiento, el 22 de enero de 2024, momento en que la villa quedó declarada oficialmente como pueblo desierto.

En el marco del aniversario número 40, la Municipalidad de Adolfo Alsina organiza una jornada conmemorativa bajo el lema “40 años en la memoria de Villa Epecuén”, que incluirá campanazos en el sitio histórico, el descubrimiento de placas con los apellidos de los exresidentes, la muestra fotográfica “Epecuén de Noche” y la proyección de un video inédito con imágenes de la última temporada de la villa. “Epecuén no solo vive en la memoria, sino en el corazón de todos nosotros”, expresaron desde el municipio.

Además, este domingo en la Casa de la Cultura de Carhué se presentó el libro de Patricia Bonjour, una obra que recupera las voces, recuerdos y vivencias de quienes fueron parte de la historia del pueblo y su trágico destino.

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Tandil recuperó el récord del salame más largo con un picado grueso de 487 metros

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Durante el Festival Chacinar 2025, la ciudad serrana volvió a consagrarse con el salame más largo del mundo, que alcanzó 487,22 metros de longitud, superando ampliamente la marca anterior de 401,73 metros. El logro reafirma a Tandil como la capital nacional del salame con denominación de origen.

La medición oficial se realizó ante una multitud que colmó la Diagonal Illia, epicentro de la tradicional fiesta del salame y el cerdo organizada por el Clúster Porcino de Tandil y el Municipio. La celebración desbordó de entusiasmo, orgullo y emoción, con miles de vecinos que acompañaron el momento histórico en el que se confirmó la nueva marca mundial.

Además, la nueva pieza récord permitió a la ciudad superar la última marca de 469,18 metros establecida por San Andrés de Giles durante la Fiesta del Salame Más Largo de la Argentina, organizada por Chacinados La Vaquita. De este modo, Cagnoli y el Clúster Porcino de Tandil recuperaron el trono, devolviendo a la ciudad su liderazgo en la producción artesanal de chacinados y su prestigio internacional en el rubro.

Durante toda la jornada, el público disfrutó de degustaciones, una feria de productos regionales, food trucks y shows musicales. El espíritu comunitario y el trabajo conjunto de productores, técnicos y emprendedores locales fueron claves para alcanzar el récord, en una noche que quedará grabada en la historia tandilense.

El Festival Chacinar 2025 continuará este domingo con más propuestas gastronómicas, actividades familiares y presentaciones artísticas. De esta manera, se consolida como uno de los eventos más representativos de la identidad y el sabor de Tandil, combinando tradición, innovación y orgullo por la producción local.

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