Por: Mateo Bovio
Hace unos días atrás vimos como el Congreso Nacional, una vez más en modo virtual, sancionó la Ley de Teletrabajo que fue promulgada por el Ejecutivo recientemente. Este escenario encuentra aún más que nunca la influencia de las nuevas tecnologías y la digitalización en el comportamiento social y la configuración del trabajo. Y en este punto de encuentro los históricos pilares de la sociedad activa, como los gremios, se enfrentan al nuevo reto que llegó apresuradamente con la pandemia: la digitalización.
La situación no es sencilla pero no por eso desalentadora. Según el Sindicato de Empleados de Comercio solo en 2019, se perdieron 30.000 puestos de trabajo por el avance tecnológico. Es verdad, cambió el modo de consumo, es que cada vez más personas prefieren las compras digitales. Si alguien antes de la pandemia nunca había experimentado una compra on line, en estos cuatro meses de confinamiento alguna vez lo habría intentado. Pero lo cierto es que el gremio que más afiliados tiene a nivel nacional aún conserva sin modificación alguna su convenio colectivo de trabajo desde 1975. Esto claramente impide que se pueda representar a trabajadores de empresas informáticas o grandes unicornios argentinos dedicados al comercio online. No sólo resulta arcaico para la representación gremial sino también para el acompañamiento de los comerciantes en procesos de digitalización de sus negocios.
La tecnología y sus avances históricamente fueron eje de discusión de los sindicatos. Es que comúnmente en el imaginario colectivo la tecnología se presenta como una amenaza para los trabajadores y la organización sindical. Pero la realidad es que no es el caso porque los períodos de grandes cambios tecnológicos han supuesto cambios innovadores en la organización de los trabajadores. Muchas de las tácticas, estrategias y métodos sindicales de hoy fueron desarrollados precisamente como respuesta al impacto del cambio tecnológico.
El trabajo sigue siendo la base de la organización social moderna, y el salario, aunque se cobre vía app es la única forma de sustento de la mayoría de la población. Así pues, aunque emergen nuevos retos y dinámicas, también se mantienen elementos importantes.
Pero vamos a casos fuera de la Argentina. En 2019 se presentó en el Consejo Europeo el estudio denominado “Los Sindicatos ante los retos tecnológicos”. La investigación llevada adelante por la Fundación Éticas, Cotec, Comisiones Obreras y El Instituto de Sindicatos Europeos (ETUI, por sus siglas en inglés) además de describir las dificultades que la digitalización ha supuesto para las organizaciones de trabajadores, también hace un recorrido sobre buenas prácticas para afrontarlos.
El estudio entre otras cosas, pide a los sindicatos que utilicen en su beneficio las nuevas tecnologías que están haciendo entrada en el entorno laboral. Ya existen experiencias, recogidas en el informe, en las que trabajadores precarizados por tecnologías abusivas las han aprovechado para conectarse, intercambiar información, reclamar condiciones justas y exponer sus reivindicaciones a la opinión pública.
Es cierto que así como hay huelgas de los trabajadores de Amazon en Alemania, Italia, España y Reino Unido, también se recogen otros ejemplos como las firmas de convenios colectivos en medios de información digitales como Vice Media, ThinkProgress o el Huffington Post. Sin ir más lejos también medios digitales como MTV News y Vox han negociado contratos con la Writers Guild of America East, un sindicato que representa a escritores de cine y televisión, así como a empleados de televisión y radio, para establecer un salario mínimo y futuros aumentos salariales, fijar pagos acordados por la republicación de artículos y limitar la capacidad de la dirección para despedir empleados.
Volviendo a nuestra realidad local la reciente Ley 27555 prevé que las personas que se encuentren dentro de la modalidad del teletrabajo “gozarán de los mismos derechos y obligaciones” que las que lleven su tarea de forma presencial, por cuanto “su remuneración no podrá ser inferior” a la que perciben quienes están en ese segundo grupo.
Además de garantizar, por parte del empleador, los recursos tecnológicos, la flexibilización de horarios en casos especiales de atenciones domésticas y familiares, y el respeto del horario de trabajo. Aunque esta Ley haya traído controversias de mediáticos, empresarios y políticos, también es cierto que es un pie inicial para el futuro que ya llegó. No será la única ni la última norma aplicada al mundo del trabajo en un mundo digital. Y en este aspecto es responsabilidad de los gremios acompañar a los empresarios que apuestan a la digitalización de sus emprendimientos en todos los ámbitos y magnitud.
Un caso en Argentina resalta este punto. Según pudimos conocer, la Unión de Empleados de la Construcción y Afines (UECARA), que representa a mandos medios de la construcción y a peajistas del interior, puso en marcha un proyecto que se viene gestando hace seis años. La iniciativa consiste en formar al trabajador de una cabina de peaje para que pueda desempeñarse en otra función dentro de la misma empresa. Ya se reconvirtieron 300 empleos con funcionalidades digitales.
Un buen modo para pensar la continuidad y el cambio, es entender qué es nuevo y qué no. Es la comprensión de los retos del presente y del futuro. La pandemia llevó a que muchas empresas deban optar por la digitalización, algo que mucho antes del coronavirus generaba ruido entre los sindicalistas. Como algún dirigente gremial dijo “a la tecnología no se le puede hacer paro”, será momento entonces de crear un nuevo escenario de convivencia porque si hay algo que tiene la digitalización es el potencial futuro para la creación de empleo y la democratización de las oportunidades.
- El autor tiene 27 años, es Ingeniero Industrial y profesor en ITBA y co fundador de la billetera virtual TAP