Martín Rodríguez se hizo cargo de un campo familiar de 50 hectáreas ubicado en Guaminí que por problemas económicos había sido alquilado. A pesar de que muchos se lo desaconsejaban, compró vaquillonas y puso un tambo, pero no uno convencional sino uno agroecológico multipropósito que sirviera para producir leche y también carne. “La rentabilidad es muy interesante”, aseguró.
Por: Martín Mazzoleni
Luego de estudiar en Bahía Blanca, Martín Rodríguez volvió a vivir Guaminí y le propuso a su padre empezar a explotar su campo de 50 hectáreas que estaba alquilado porque les “había ido bastante mal”. Le comentó que su idea era poner un tambo. “Siempre me apoyó pero me advirtió que no iba a funcionar porque todos los tambos estaban cerrando”, recordó.
“Yo siempre tuve la idea de empezar con un tambo. Hace mucho tiempo mi familia había tenido uno pero cerró al poco tiempo de mi nacimiento”, explicó el productor y señaló: “Acá estaba lleno de tambos, siempre tuve inquietud y pensaba que no podía ser que no funcionara. Empecé a investigar y las vueltas de la vida me llevaron a la agroecología, que yo lo tenía adentro pero no sabía cómo se llamaba”.
“La agroecología te abre la cabeza en muchos aspectos y te lleva a pensar las cosas de otra manera. Por eso pensé el tambo de una manera simple. Pensaba que no podía ser que estando en el campo debía comprar leche en el pueblo», comentó.
Hace dos años Martín Rodríguez concretó su proyecto. «Le compré unas vaquillonas a un vecino, una venía preñada pero la cría murió, entonces me regaló un ternero y se lo eché a la vaca para que lo críe guacho”, detalló. Empezó ordeñando a mano como lo hacía su abuelo. Sacaba entre 8 y 10 litros diarios por vaca. El ternero creció en forma muy satisfactoria, “mucho mejor que los son criados a estaca en los tambos tradicionales”, comentó.
Las diferencias entre un tambo convencional y un tambo agroecológico
“Los tambos convencionales son mucho más exigentes, con dos ordeñes y otra genética. Con ese sistema, se obtienen más litros de leche pero al productor le queda poco dinero porque conlleva muchos gastos”, aseguró el productor de Guaminí.
Para poder producir leche y carne, Martín aposto a una cruza de angus y holando. “Aunque se reduce un poco los litros de leche se puede sacar un ternero para la producción de carne. Así pensé en un tambo mixto”, comentó.
“Usamos tecnología de ordeñe a máquina y logramos un promedio de 8 litros diarios pero también aprovechamos al ternero. A los que salen con mejores aptitudes para la carne lo vendemos al destete y los que salen con cruza más lechera, que el mercado castiga, estamos viendo la posibilidad de recriarlo y engordarlo, aunque demande más tiempo llevarlo a un peso de faena”, detalló.
Y amplió: “Las vacas producen más leche de lo que maman los terneros y esa es la leche que nosotros extraemos en el tambo”.
“Una rentabilidad muy interesante”
El pequeño productor de Guaminí aseguró que su tambo agroecológico “genera una rentabilidad muy interesante y abre la puerta para que se multipliquen los tambos similares en varias chacras”.
“Cuando arranqué el campo estaba pelado, porque iba para atrás. Arranqué tomando animales capitalizados y ahora tengo un rodeo que llegará a las 30 vacas. Dejé de hacer el ciclo completo porque el novillo a pasto lo castigan en el mercado, así que decidí producir terneros de invernada”, explicó.
“Al no usar alimento balanceado y ordeñar nosotros mismos, esa leche prácticamente no tiene costo. En los tambos tradicionales, la genética también conlleva un gran costo para la reposición, además de que las vacas tienen una menor duración. El balanceado también es muy caro, lo que te obliga a producir más leche”, subrayó.
Y remarcó: “Nuestras vacas tienen mayor vida útil, exige menor reposición y además no se necesita genética cara porque cualquier raza de origen lechero sirve. Además no compramos balanceados. Por eso me queda toda la producción leche libre y también algo de carne”.
La producción de leche y el bienestar animal
En los tambos convencionales, los terneros son separados de sus madres al nacer y luego son criados atados a una estaca. Los machos son despreciados porque por su genética son muy difíciles de engordar.
“No sirve para el consumo interno y entonces termina teniendo muy poco valor. Muchos terneros no sobreviven porque apenas los dejan tomar el calostro y tienen las defensas muy bajas”, señaló Rodríguez.
En cambio, en los tambos agroecológicos los terneros son criados junto a sus madres. “Nosotros a las vacas las tenemos en el campo pastoreando. Las ordeñamos temprano en el tambo, se les saca la leche, luego les largamos el ternero y se van al campo. A la tardecita se le saca el ternero para que la vaca siga pastando y junte leche para el otro día. Los terneros crecen sanos y gordos”, explicó.
La industria láctea expresa ciertos pruritos respecto al tambo agroecológico en base a una supuesta diferencia en la calidad de la leche. Sin embargo, Rodríguez asegura que “no hay ninguna diferencia”, y remarcó: “Para mi nuestra leche tiene valor biológico por lo que tiene que ser mejor”.
“Este sistema a la industria láctea no le sirve, lo tiran para atrás porque ellos necesitan mucha leche. Pasa lo mismo en la agricultura con un maíz que da 10 mil kilos pero los costos son 4 o 5 mil. Nos hemos transformados empleados del sistema”, reprochó el productor.
Aparte de ser productor, Rodríguez es maestro en el Centro de Educación Agraria N° 30 de Guaminí donde incuban proyectos de producción. En el marco de la convocatoria nacional “Argentina contra el Hambre”, en la escuela comenzó a funcionar una sala de elaboración de quesos a escala municipal que utiliza la leche de los tambos agroecológicos de la región.
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