Un peón rural de 20 años, identificado como Agustín F., denunció haber sido brutalmente agredido, amenazado y torturado por sus dos empleadores en una estancia ubicada sobre la Ruta Nacional N°7, en la localidad bonaerense de Vedia. El ataque ocurrió el 30 de septiembre por la tarde y derivó en una causa judicial por privación ilegítima de la libertad, lesiones graves y coacción agravada, aunque sus abogados solicitan que el hecho sea investigado como intento de homicidio.
Según relató Agustín, todo comenzó en la casilla donde compartían un mate con torta. “Entramos a la casilla a tomar mate con torta. Uno de ellos me hace firmar un papel que decía que me iban a pagar el sueldo. Ya estaban los dos adentro. Uno sentado delante mío, yo en el medio y el otro en la puerta. Como siempre nos sentábamos así, nunca sospeché nada”, contó el joven, visiblemente afectado por lo ocurrido.
De acuerdo con la denuncia, tras firmar el papel, uno de los empleadores lo golpeó sin previo aviso. “Me pega y de ahí me empiezan a pegar. Cuando pregunto por qué, me dicen que les robé 20 novillos. Yo nunca robé nada”, aseguró.
La agresión se intensificó rápidamente. “Uno de ellos me da una patada acá (señaló el cuello), que ahí como que me ahogo. Después me sacan afuera para no dejar rastro de sangre adentro de la casilla”, relató. Una vez afuera, fue tirado al suelo, inmovilizado y sometido a una secuencia de golpes y torturas.
“Uno se me sube arriba y el otro me saca la oreja con los dientes. Después me atan las manos y me ponen contra la chata. Uno me pone la carabina en la cabeza y el otro quería meterme una inyección que decía que me paraba el corazón. Ese es el médico, el de la jeringa es el médico”, detalló Agustín.
Golpes, amenazas y una hora y media de tortura
Los agresores también lo amenazaron con disolver su cuerpo en cal viva para hacerlo desaparecer. “Me dijo que eso hacía que a los cinco días quedaban solo mis dientes, que me iba a enterrar en un lugar y que si mi familia preguntaba, iban a decir que me fui a Córdoba”, agregó.
Luego de casi una hora y media de tortura, lo subieron a una camioneta azul. “Pusieron toallas en el asiento para que no lo manchara con sangre. Le dieron pastillas de diclofenac y dijeron que se dé una ducha caliente. Pero antes le advirtieron: ‘No digas nada en el hospital ni en la comisaría, porque te vamos a matar a vos y a tu familia’”, señalaron sus abogados, Anabella Sandoval y Matías Almeyra.
Pese a las amenazas, el joven se animó a denunciar lo ocurrido. En los días posteriores manifestó sentirse perseguido y logró obtener una restricción de acercamiento contra los acusados.
El informe médico forense confirmó fractura de las paredes del seno maxilar, desplazamiento del tabique nasal y lesiones en el rostro, por lo que se le indicó reposo absoluto durante 40 días. “Tengo mucho miedo. No puedo dormir, no confío en nadie. No puedo andar solo en la calle, a la noche no salgo porque tengo miedo”, expresó Agustín. “Cambió mucho mi vida. Lo único que pido es que se haga justicia por lo que me hicieron. Nada más”, concluyó.
La Justicia de Garantías dispuso allanamientos, secuestró teléfonos, jeringas y precintos, pero no ordenó la detención de los acusados, que aún no fueron indagados.