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Opinión
“No hay forma de que esto termine bien”: Santiago Fraschina advierte que la “burbuja” de Milei “terminará explotando”
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1 mes atráson
14 diciembre, 2024El economista Santiago Fraschina recorre distintos municipios bonaerenses para realizar la presentación de “Los tres modelos en disputa”, un libro que agrupa y teoriza en torno a los diferentes planes económicos aplicados en Argentina, desde una defensa del modelo al que los autores denominan «justicialista». El trabajo que cuenta con la participación de varios economistas explica por qué el plan Milei «terminará explotando».
Este viernes, el licenciado en Economía, Santiago Fraschina, realizó la presentación del libro “Los tres modelos en disputa” en Olavarría y Azul. El texto fue publicado por la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata y puede descargarse en forma gratuita.
“El gobierno actual implementa el modelo de valorización financiera que es fácil de aplicar pero trae consecuencias nefastas, como sucedió con Martínez de Hoz en dictadura, el menemismo y Macri”, planteó el autor del libro y describió: «Para llevarlo a cabo se debe garantizar es que la tasa de interés sea mayor que la inflación y fijar el tipo de cambio”.
Fraschina es licenciado en Economía (UBA), posee una Maestría en Sociología Económica (UNSAM) y es Mg. en Historia Económica y de las Políticas Económicas (UBA). Además, es director de la carrera de Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda e integrante de EPPA, (Economía Política Para la Argentina).
El autor explicó que el modelo de valorización financiera conlleva la «destrucción de la industria nacional, el crecimiento de la desocupación y la caída de los salarios”. Además, advirtió que «generan burbujas que tarde o temprano explotan».
En ese marco, aseguró que el actual gobierno necesita la baja del Riego País para rehabilitar el endeudamiento público y «luego flexibilizar el cepo» para que «los especuladores tengan los dólares para cuando se quieran ir», por lo que consideró que «no hay manera de que termine bien».
El trabajo que cuenta con la participación de reconocidos economistas plantea la existencia de otros dos modelos económicos en el país: el «desarrollismo» y un tercero al que decidieron nombrar como «justicialista».
«El desarrollismo que formuló por primera vez Frigerio apuesta a un proceso de industrialización pero plantea que su financiamiento debe surgir del salario bajo de la clase obrera», explicó.
En cuanto al «justicialista», Fraschina señaló: «El modelo por el que nosotros abogamos también quiere industrializar pero el financiamiento lo pretende obtener través de la apropiación de las rentas extraordinarias de algunos sectores. Pero para eso hay que discutir con los grupos de poder». Además, señaló que en esta alternativa es fundamental que la energía y los alimentos «sean baratos».
Para el autor, la aplicación de ese modelo requiere fortalecer la «comunidad organizada» y consideró que también se debe avanzar hacia una «actualización de su programa» que contemple el surgimiento de nuevos fenómenos como las economías de plataformas.
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Opinión
12 de octubre: ABYA YALA, el verdadero nombre del continente
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3 meses atráson
12 octubre, 2024La denominación Abya Yala fue dada al continente americano por el pueblo Kuna, desde antes de la llegada de los europeos. Este pueblo es originario de la serranía del Darien, al norte de Colombia, que hoy en día habita la región al sur de Panamá y el norte de Colombia. A los Kuna de la región Colombiana se les conoce como Kuna-Tule.
La cultura kuna sostiene que ha habido cuatro etapas históricas en la tierra, y a cada etapa corresponde un nombre distinto de la tierra conocida mucho después como América: Kualagum Yala, Tagargun Yala, Tinya Yala, Abya Yala.
El último nombre significa: territorio salvado, preferido, querido por Paba y Nana, y en sentido extenso también puede significar tierra madura, tierra de sangre”. Así esta tierra se llama “Abia Yala”, que se compone de “Abe”, que quiere decir “sangre”, y “Ala”, que es como un espacio, un territorio, que viene de la Madre Grande.
Es así como hoy en día, diferentes organizaciones, comunidades e instituciones indígenas y representantes de ellas de todo el continente, han adoptado su uso para referirse al territorio continental, en vez del término “América”. Es por esto que el nombre de ABYA YALA es utilizado en sus documentos y declaraciones orales. Como símbolo de identidad y de respeto por la tierra que habitamos.
Enrique Dussel ya había advertido que el denominado «descubrimiento de América» fue, en verdad, el encubrimiento de los pueblos que aquí habitaban. ABYA YALA es, así, el verdadero descubrimiento de América.
LENGUA DEL PUEBLO KUNA
El pueblo Kuna es originario de Sierra Nevada, en el norte de Colombia, habitó la región del Golfo de Urabá y las montañas de Darien, y actualmente vive en la costa caribeña de Panamá, en la Comarca de Kuna Yala (San Blas). ABYA YALA se viene usando como una autodesignación de los pueblos originarios del continente en contraposición a América, expresión que, aunque usada por primera vez en 1507 por el cosmólogo Martín Wakdseemüller, sólo se consagra desde fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX como un medio de las élites criollas para afirmarse en contraposición a los conquistadores europeos dentro del proceso de independencia.
Aunque los diferentes pueblos originarios que habitan el continente atribuyeran nombres propios a las regiones que ocupaban (Tawantinsuyu, Anauhuac, Pindorama), la expresión ABYA YALA es cada vez más usada por los pueblos originarios del continente objetivando la construcción de un sentimiento de unidad y pertenencia.
Pese a que algunos intelectuales, como el sociólogo catalán-boliviano Xavier Albó, ya habían utilizado la expresión ABYA YALA en contraposición a la designación consagrada de América, la primera vez que la expresión fue explícitamente usada con ese sentido político fue en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de ABYA YALA, realizada en Quito en 2004.
CUMBRE CONTINENTAL DE LOS PUEBLOS EN EL AÑO 2000
En la I Cumbre, realizada en México en el año 2000, la expresión ABYA YALA aún no era invocada, como se puede leer en la Declaración de Teotihuacán, cuando se presentan como «los Pueblos Indígenas de América reafirmamos nuestros principios de espiritualidad comunitaria y el inalienable derecho a la Autodeterminación como Pueblos Originarios de este continente».
A partir de 2007, sin embargo, en la III Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de ABYA YALA, realizada en Iximche, Guatemala, no sólo se autoconvocan como ABYA YALA, sino que también resuelven constituir una Coordinación Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de ABYA YALA «como espacio permanente de enlace e intercambio, donde converjan experiencias y propuestas, para que juntos enfrentemos las políticas de globalización neoliberal y luchar por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien».
ABYA YALA
Poco a poco, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originarios, el nombre América va siendo sustituido por ABYA YALA, indicando así no apenas otro nombre, sino también la presencia de otro sujeto enunciador del discurso, hasta aquí callado y subalternizado en términos políticos: los pueblos originarios.
La idea de un nombre propio que abarcara todo el continente se impuso a esos diferentes pueblos y nacionalidades cuando comenzaron a superar el largo proceso de aislamiento político a que se vieron sometidos tras la invasión de sus territorios en 1492, con la llegada de los europeos.
Junto con ABYA YALA hay todo un nuevo léxico político que también se viene construyendo, donde la propia expresión «pueblos originarios» gana sentido. Esa expresión afirmativa fue la que esos pueblos en lucha encontraron para autodesignarse y superar la generalización eurocéntrica de «pueblos indígenas».
A fin de cuentas, antes de la llegada de los invasores europeos, en el continente había una población estimada de entre 57 y 90 millones de habitantes que se distinguían como maya, kuna, chibcha, mixteca, zapoteca, ashuar, huaraoni, guarani, tupinikin, kaiapó, aymara, ashaninka, kaxinawa, tikuna, terena, quéchua, karajás, krenak, araucano/mapuche, yanomami, xavante, entre tantos y tantas nacionalidades y pueblos originarios del continente.
La expresión «indígena» es, en ese sentido, una de las mayores violencias simbólicas cometidas contra los pueblos originarios de ABYA YALA en la medida en que es una designación que hace referencia a las Indias, o sea, a la región buscada por los negociantes europeos a fines del siglo XV.
La expresión «indígena» ignora, así, que esos otros pueblos tenían sus propios nombres y su propia designación para sus territorios. Paradójicamente, la expresión «pueblos indígenas», en la misma medida en que ignora la diferencia específica de esos pueblos, contribuyó a unificarlos no sólo desde el punto de vista de los conquistadores/invasores, sino también como una designación que, en principio, servirá para constituir la unidad política de esos pueblos por sí mismos, cuando comienzan a percibir la historia común de humillación, opresión y explotación de su población y la dilapidación y devastación de sus recursos naturales.
ABYA YALA se configura, por lo tanto, como parte de un proceso de construcción político-identitario en el que las prácticas discursivas cumplen un papel relevante de descolonización del pensamiento, y que ha caracterizado al nuevo ciclo del movimiento «indígena» cada vez más como un movimiento de los pueblos originarios. La comprensión de la riqueza de los pueblos que viven aquí hace miles de años y del papel que tuvieron y tienen en la constitución del sistema-mundo ha alimentado la construcción de ese proceso político-identitario.
Considérese, por ejemplo, que hasta la invasión de ABYA YALA (América) Europa detentaba un papel marginal en los grandes circuitos mercantiles, que tenían en Constantinopla uno de sus lugares centrales. La toma de esa ciudad por los turcos, en 1453, propició la búsqueda de caminos alternativos, sobre todo por parte de los grandes negociantes genoveses, que encontraron apoyo político entre las monarquías ibéricas y en la Iglesia Católica Romana.
Desde entonces, circuitos mercantiles relativamente independientes en el mundo pasan a estar integrados e incluso se constituye el circuito Atlántico con la incorporación del Tawantinsuyu (región hoy ocupada por Perú, Ecuador y Bolivia, principalmente), del Anahuac (hoy México y Guatemala, principalmente), de las tierras guaraníes (envolviendo parte de Argentina, Paraguay, sur de Brasil y Bolivia, principalmente) y Pindorama (nombre con que los tupí designaban a Brasil).
El carácter periférico y marginal de Europa era tal que la expresión «orientarse» (ir hacia el oriente) indicaba la relevancia de Oriente en la época. Así, es con la incorporación de los pueblos de ABYA YALA y con su sometimiento político, junto con el tráfico y la esclavización de los negros africanos traídos a este continente, que se crea la oportunidad para la centralidad de Europa.
En resumen, el surgimiento del sistema mundo moderno se da junto con la construcción de la colonialidad. Se trata, por lo tanto, de un sistema mundo moderno-colonial. Y ese carácter contradictorio inscrito en el sistema mundo moderno, que busca olvidar su carácter también colonial, es lo que los pueblos originarios de ABYA YALA vienen buscando explicitar en la lucha «por la liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien».
De este modo, la descolonización del pensamiento se vuelve central para los pueblos originarios de ABYA YALA. Como bien señaló Luis Macas, de la Coordinadora de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), «nuestra lucha es epistémica y política», donde cumple un papel fundamental el poder de designar lo que es el mundo. Varios intelectuales vinculados a las luchas de los pueblos de ABYA YALA han señalado el carácter etnocéntrico inscrito en las propias instituciones, incluso en el Estado Territorial, cuyo eje estructurante está en la propiedad privada y cuyo fundamento se encuentra en el Derecho Romano.
A pesar de su origen regional europeo, los fundamentos del Estado Territorial, incluso la idea de espacios mutuamente excluyentes, como la propiedad privada, han sido impuestos al resto del mundo como si fueran universales, ignorando las diferentes formas de apropiación de los recursos naturales que predominaban en las mayores partes del mundo, casi siempre comunitarias y no mutuamente excluyentes. En América Latina, el fin del colonialismo no significó el fin de la colonialidad, como afirmó el sociólogo peruano Aníbal Quijano, explicitando el carácter colonial de las instituciones que sobrevivieron tras la independencia y que ilumina la declaración de Evo Morales Ayma al asumir la presidencia de la República de Bolivia, en 2006, cuando afirmó que era «preciso descolonizar el Estado».
Para que no se piense que se trata de una afirmación abstracta, debe recordarse que los concursos de oposición para funcionarios públicos en ese país eran realizados exclusivamente en lengua española, cuando aproximadamente el 62 por ciento de la población piensa en quechua, aymara y guaraní, las lenguas que hablan predominantemente en su vida cotidiana.
En países como Guatemala, Bolivia, Perú, México, Ecuador y Paraguay, así como en ciertas regiones de Chile (en el sur, donde viven aproximadamente un millón de araucanos/mapuches), de Argentina (el Chaco norteño) y de la Amazonia (brasileña, colombiana y venezolana), el carácter colonial del Estado se hace presente con todo su peso. El «colonialismo interno», expresión consagrada por Pablo González Casanova, se muestra actual, en tanto historia de larga duración actualizada. No es raro que esas regiones sean objeto de programas de desarrollo, casi siempre para (des)arrollar, de modernización, casi siempre de colonización (de hecho, esas expresiones casi siempre son sinónimos).
La elección del nombre ABYA YALA por los kuna recupera la lucha por la afirmación de sus territorios, de la que ellos fueron pioneros con su revolución de 1925, consagrada en 1930 en el derecho de autonomía de la Comarca de Kuna Yala, con sus 320.600 hectáreas de tierras, más las aguas vecinas del archipiélago de San Blas. La lucha por el territorio se configura como una de las más relevantes en el nuevo ciclo de luchas del movimiento de los pueblos originarios que se delinea a partir de los años ’80 del siglo pasado (Myskitos en Nicaragua) y que logra su mayor expresión en los años ’90 y a comienzos del nuevo siglo, revelando cambios profundos tanto del punto de vista epistémico como político.
Abya Yala se posiciona así como un atractor (Prigogine) en torno al que otro sistema puede configurarse. Eso es lo que los pueblos originarios están proponiendo con ese otro léxico político. No olvidemos que dar nombre propio es apropiarse.
Es hacer propio un espacio a través de los nombres que se atribuyen a ríos, montañas, bosques, lagos, animales y plantas; por ese medio, un grupo social se constituye como tal, constituyendo sus mundos de vida, sus mundos de significación y convirtiendo un espacio en su espacio: un territorio.
El lenguaje territorializa y, de esa manera, se revela una tensión de territorialidades entre América y ABYA YALA.
Fuente: Ecoportal.net
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Nota de opinión de familiares, amigos, alumnos y colegas de Marcos Ledesma.
Hace algunos años que, disgregada pero no silenciosa, otra pandemia avanza en nuestro país y nuestra sociedad. Acá no hay virus ni bacterias, sino desinformación, miedo social y manipulación. Es la pandemia de las falsas denuncias.
Hoy 12 de agosto comienza el juicio contra Marcos Ledesma, once años después de las acusaciones en su contra por abuso y corrupción de menores. Al recorrer los casos de la Argentina en estos últimos años nos encontramos con más de 200 docentes denunciados, la mayoría casualmente en jardines de infantes y sobre maestros especiales, como música, educación física, plástica, etc. Acusados de hechos aberrantes y profundamente condenables para cualquiera que escucha la noticia. La rápida, y más cómoda mirada es culpar al denunciado sin la más mínima duda de sus acciones. La premisa de “los niños no mienten” ha teñido de irresponsabilidad el accionar perital, mediático y social de hechos que, de ser verdad, deberían resolverse de maneras menos iracundas y por los carriles penales que den un debido proceso y un ejemplar castigo. Pero no es así, el acusado es condenado a los pocos minutos sin flagrancia ni testigos.
Analía Schwartz, Juan Rosso, Fernando Melo Pacheco, y centenares más son juzgados por las sensaciones de una mamá o un papá que genera la paranoia y activa el terror social de que a nuestros hijos le pase algo horroroso. Pero, esa justicia “popular” que termina golpeando docentes, directivos, quemando escuelas y escrachando vidas no permite llegar a la verdad, porque hay una sentencia previa de condena eterna. ¿O algún docente acusado falsamente puede volver a su vida normal después de todo esto?
El abuso de menores es un hecho aberrante, que debe ser condenado con toda la fuerza de la ley. Pero antes de eso hay que llegar a la verdad. Marcos Ledesma atraviesa sistemáticamente, los mismos pasos de las denuncias a centenares de docentes. Aunque en este caso las pruebas son aún mas contundentes de su inocencia: Trabajar en el hall de un edificio altamente concurrido, con puertas abiertas, docentes de sala presentes, acciones que se le acusan que jamás le pudiera dar el tiempo para hacerlo en los 20 minutos que tiene con los chicos.
No hace falta esperar el juicio, solo analizando las probabilidades fácticas de sus realización es que Marcos debería estar ejerciendo la docencia como lo hizo hasta ese momento, sin acusaciones, querido por colegas y familias. Un profe más de esta ciudad que le pone el corazón y el pecho a su profesión, a pesar de las condiciones adversas con las que cotidianamente se encuentran.
Entendemos que esta responsabilidad excede también a las familias que son victimas de este mal social y ante la suposición de un hecho y desatada la paranoia actúan con ira y desesperación. Pero debemos analizar profundamente cada caso para, como sociedad, llegar a fondo a la verdad. Incluso porque de haber un caso de abuso, quizá la denuncia hacia el docente tapa a los verdaderos monstruos.
Hoy comienza un juicio que esperamos pueda poner en su lugar la verdad, sin presiones sociales ni incomodidades.
Ojalá que sea justicia.
Familiares, amigos, alumnos y colegas de Marcos Ledesma.