En los últimos días, distintas organizaciones que promueven el modelo agroecológico advirtieron que el acuerdo suscrito entre el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, y el ministro de Comercio de la República Popular China, ZhongShan, para multiplicar la producción porcina en nuestro país conlleva la profundización de un modelo de agronegocio con grandes perjuicios. Del otro lado aseguran que es una forma de generar valor agregado y fuentes de trabajo.
El 6 de julio, la cancillería argentina difundió una “asociación estratégica” entre ambos países, referida a la producción de carne porcina y se anuncia una “inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas” para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”.
Por la crisis de la Peste Porcina Africana (PPA), las grandes empresas chinas productoras de cerdos buscan otros países para invertir en asociación con productores nacionales para desarrollar la industria porcina y abastecer a su mercado. Argentina fue uno de los primeros apuntados gracias a las condiciones en materia de recursos, insumos y condición sanitaria.
Los números son muy importantes. El objetivo de esta asociación binacional sería construir unidades de producción integrada, destinada a la cría, engorde y faena de los cerdos que serán demandados por el mercado chino. En un plazo de cinco a ocho años demandaría una inversión de 27 mil millones de dólares para pasar de una producción de 6 a 100 millones de cerdos.
“Estas granjas nuevas o ampliaciones de granjas existentes se realizarían en asociación con productores locales, facilitando un desarrollo industrial que permitiría agregar valor a los millones de toneladas de cereal que hoy producimos y exportamos para transformarlo en carne de cerdo que es un producto de mayor valor”, aseguraron desde Biogénesis Bagó.
Los defensores del acuerdo aseguran que se trata de un proyecto estratégico que permitiría generar mayor valor agregado, más de 100 mil puestos de trabajo en forma directa y dinamismo en las economías regionales.
Las críticas a este proyecto
Sin embargo, distintas organizaciones que promueven un cambio de paradigma en la producción agrícola y fomentan una transición hacia la agroecología aseguran que este proyecto representa una gran amenaza para el medio ambiente y la sanidad.
“Hoy China compra a la Argentina miles de toneladas de soja transgénica para alimentar las fábricas de chanchos y pollos en sus propios territorios. Con este convenio, se trasladaría a nuestras periferias parte de ese modelo productivo, que engendra volúmenes monstruosos de contaminación de las cuencas hídricas y que es, además, el caldo de cultivo de pandemias como la que vivimos en este momento”, advirtieron desde la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT).
“Cerdos hacinados de a miles en pocos metros cuadrados durante los meses que requiere engordarlos, que sólo sobreviven con un intenso régimen de antibióticos, es –como ya denunciaron cientos virólogos y epidemiólogos- el lugar donde los virus como los de la familia “corona”, se reproducen, mutan y saltan a los seres humanos”, remarcaron.
La organización que integra el Frente de Todos y que colocó a su coordinador Nahuel Levaggi en el directorio del Mercado Central cosideró que “el camino a la soberanía alimentaria no es por ahí”, y compararon: “Más hectáreas dedicadas a otra forma de industrialización del sistema alimentario es como profundizar el monocultivo de soja; el resultado para nuestro pueblo es más hambre, más contaminación, y el peligro real e inminente, de ser el foco de nuevas enfermedades”.
“La soberanía alimentaria debe ir necesariamente de la mano del desarrollo de las economías regionales y, si hablamos de chanchos, de la producción porcina dedicada al mercado interno. Junto a las cooperativas de productores y en base a un modelo sustentable”, remarcaron.
Y concluyeron: “Cuando los trabajadores y trabajadoras de la tierra proponemos una transición de modelo productivo hacia la agroecología, no nos referimos únicamente a nuestras parcelas hortícolas. Un modelo territorial que ponga en el centro el derecho a la alimentación sana y soberana de nuestra gente, que diversifique la producción de hortalizas, granos y carnes, generando trabajo para las familias argentinas, es posible”.