Del jueves al domingo pasado, más de 40 mil personas participaron de la quinta edición del festival gastronómico Bocas Abiertas en el Centro Municipal de Exposiciones del Bajo de San Isidro.
Cuatro días a pura gastronomía, a cielo abierto y junto al río, entre clases magistrales de célebres chefs, más de 30 puestos de diversos restaurantes, música en vivo, un patio cervecero, rincones de pastelería, barras de coctelería y una huerta orgánica.
“Todo esto representa el espíritu emprendedor del Bajo, un barrio que antes se inundaba y hoy nos permite disfrutar de este festival llevado adelante con mucho profesionalismo. Una zona de restaurantes de pocas mesas, bajo impacto ambiental que se complementa con su movida artística, nos da sentido de pertenencia y nos sitúa, sin duda, en el mundo”, dijo ayer el intendente Gustavo Posse, de recorrida por la feria. Y remarcó: «Bocas Abiertas también promueve la actividad económica local, porque la gente puede descubrir muchas ofertas de lugares que quizá antes no conocían».
El festival es organizado por la Subsecretaría General de Cultura del Municipio y el Polo Gastronómico del Bajo de San Isidro. En el transcurso de los días participaron reconocidos chefs como Fabio Alberti, Christophe Krywonis, Fernando Trocca, Luchi Soria, Maru Botana, Rodrigo Cascón, Felicitas Pizarro, Máximo Cabrera, Mauricio Asta, los hermanos Petersen, Jessica Lekerman, Roy Asato, Pamela Villar y Rodo Puente, entre otros.
Además se entregaron distinciones, como las recibidas por Coquito y Blancanieves, dos locales históricos al momento del pancho en San Isidro; se sortearon dos pasajes en avión a Lima, en 2018, con ingreso incluido a la feria Mistura; y Nacho Petersen ratificó que hace el mejor chimichurri de la zona al llevarse por segunda vez consecutiva la ya clásica Chimi Cup.
Bocas Abiertas tuvo un fin benéfico y sustentable: parte de la recaudación del festival será destinada a entidades comunitarias del Bajo, los bomberos de San Isidro, el Hospital Central, y a capacitar en la Fundación Ott College a chefs y ayudantes de cocina del Polo Gastronómico. También hubo una feria donde se vendieron productos agroecológicos y naturales, tachos diferenciados de reciclaje, huerta orgánica y educativa, y estacionamiento para bicicletas.