Ocurrió en la estancia «Tres Bonetes», ubicada en el partido de Vedia, en el extremo noroeste de la Provincia de Buenos Aires.
“Lo impresionante fue el tamaño de este último animal que pesaba más de 270 kilos. Se suele encontrar pumas también pero siempre se los sueltan”, dijo a La Nación uno de los contratistas que se encontraba cosechando un lote de maíz.
Según explicó, el maquinista no pudo esquivar al animal y enganchó sus patas con las cadenas de rodillo. “Por el peso que tenía la única manera de moverlo y sacarlo del lugar, fue usar el cabezal del mismo maicero con el que se estaba trabajando, como pala para transportarlo hasta la caja de una de las camionetas”, relató el productor rural.
Además, aseguró que un episodio similar ya les había sucedido con anterioridad. “La otra vuelta que también andábamos cosechando nos pasó con otro chancho de 150 kilos”, comentó.
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«Los jabalíes se volvieron plaga»
El jabalí es una especie exótica invasora que ocasiona prejuicios a la producción agropecuaria. En años anteriores, el gobierno bonaerense había habilitado su caza en algunos municipios como Carmen de Patagones, Mar Chiquita y Tapalqué. En distintas regiones, los productores vienen reclamando medidas para controlar la población de cimarrones.
En la Bahía Samborombón, la creciente población del cerdo silvestre, estimada en cerca de 9.000 ejemplares, pone en peligro a unos 300 venados de las pampas, el cérvido más amenazado del país e incluido en la lista de especies en extinción, que habita en este área natural protegida.
“Los cerdos silvestres no son originarios del continente americano, sino descendientes de los primeros cerdos domésticos que los españoles trajeron a estas pampas en el siglo XVI. Hubo otra introducción importante a principios del siglo XX: el estanciero vasco-francés Pedro Luro, propulsor del desarrollo de Mar del Plata, introdujo al jabalí puro desde Europa, con fines cinegéticos, es decir de caza. Las dos corrientes de invasión se hibridaron y comenzó un proceso de crecimiento y expansión”, explicó Bruno Carpinetti, coordinador técnico del proyecto, guardaparque del OPDS y profesor titular de la Cátedra de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
“En los últimos años los jabalíes se volvieron plaga en zonas donde antes no habitaban. Es incontrolable el daño que provocan porque no solo comen el maíz sino que tumban toda la planta entera y voltean el cultivo cuando caminan por el lote y las pérdidas económicas se vuelven enormes”, describió el contratista.