Matilde Ontiveros fue la primera mujer guardavidas en Argentina y trabajó en las playas de Villa Gesell en las décadas del 70 y 80. Murió días atrás en la ciudad de Avellaneda, de donde era oriunda.
En octubre del año pasado Matilde había sido homenajeada con la declaración de Ciudadana Ilustre otorgada por el Concejo Deliberante de Villa Gesell. Tal como ella lo pidió, sus restos serán cremados y arrojados al mar.
En una entrevista con Clarín publicada en 20016, Matilde contó su gran historia. “Yo fui muy nadadora. Nadaba para el club Independiente. Fui campeona estilo mariposa cuando era muy joven, a los 14 años. Un día iba a viajar a Brasil para un Sudamericano, el viaje se frustró y yo me puse tan mal que abandoné todo. Me pasé muchos años fuera del agua”.
“En el ‘68 me voy a vivir a Gesell, frente a la Jirafa Roja, ¿conocés? Me quedo ahí, abro un negocio y viene un muchacho pidiendo permiso para colocar un aviso en la vidriera. Leo que da clases de natación en su pileta particular. Le digo: ah, qué lindo, yo era nadadora. Resultó que habíamos nadado en el mismo club. Me dice que él también daba cursos de guardavidas de la Cruz Roja. Hice el curso. En ese momento eran todos jovencitos de 20 años. Y yo”, relató.
Y recordó: “A los cinco mejores de mi promoción le daban el puesto de guardavidas en un balneario municipal. Era el salto de la pileta al mar. No existían mujeres en ese momento. La Cruz Roja eran machistas así que no me veía en ese puesto. Igual decidí dar el examen. No me preguntes por qué, pero lo di. Recuerdo que fue como un show: la gente se juntaba alrededor de la pileta para ver cómo bochaban a la chica que quería ser guardavidas. Para hacerla corta, salgo primera en el teórico y en el práctico, que consistía en 400 metros estilo crol”.
Sobre sus primeras experiencias como guardavidas, contó: “Un tipo grandote que estaba ahí nomás de la costa. Cerca. Lo veo levantando la mano. Yo estaba haciendo mis primeras armas en una playa municipal de Gesell. Voy sin llamar la atención porque no era algo complicado. Yo llevaba el pelo atado. Cuando ve que era mujer la que iba a socorrerlo, me dice no, no, sólo estaba saludando. Lo miré a los ojos, hice el ademán de irme y me pidió que lo esperara, que sentía que el agua lo estaba arrastrando”.
“Yo me alejé de las playas a fines de los ‘80, pero pienso que a los hombres se le van los ojos detrás de una biquini, mientras que nosotras, las guardavidas femeninas, somos más zorras o directamente estamos atenta al mar”, aseguró esta precursora del mar argentino.
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