«Cambio de vida: se busca almacenero», con ese titúlo la ONG Proyecto Pulpería lanzó una campaña para reabrir el almacen de «El Pensamiento» un pueblito mínimo de cuatro habitantes con escuela, ubicado a 30 kilómetros de Coronel Pringles doonde no hay servicios.
La campaña tuvo gran repercusión y muchos en las redes se mostraron esépticos respecto a la campaña ya que, a priori, parece difícil sostener un negocio en un pueblo tan pequeño. Sin embargo, desde Proyecto Pulpería señalaron que gracias al turismo rural este tipo de lugares pueden funcionar perfectamente. En un mes hubo más de 4 mil postulaciones.
«Decidimos ayudar a conseguir un almacenero y recibimos más de 4.000 postulaciones de gente desde Salta hasta Santa Cruz que quieren atender ese negocio. ¡Nos abrumó!», dijo a Télam Leandro Vesco, presidente de Proyecto Pulpería, una ONG que nació en 2007 para «recuperar, proteger y revalorizar la vida rural bonaerense».
«Hay un fenómeno muy grande, la gente quiere irse de la ciudad y tener mayor calidad de vida en los pueblos», aseguró.
La explosión hace unos años del turismo rural es la clave para la revalorización de estos pueblos, ya que distintas iniciativas gastronómicas o de servicios se están afincando para darle nuevas experiencias a los turistas alejadas de los grandes centros urbanos.
«El turismo rural empezó a estar de moda y es el nicho de turismo que más crece en Argentina. La gente está dejando de ir a los lugares tradicionales y se está desviando de la ruta buscando un turismo de experiencia, donde la gastronomía y la tranquilidad son los pilares. El turismo es una posibilidad de crecimiento real para el ámbito rural del país», aseguró Vesco.
Uno de los casos más paradigmáticos de este tipo de turismo es el de Pedro Meier, que es el único habitante de Quiñihual, un pueblo a 502 kilómetros de Capital Federal que quedó vacío por la desaparición del ferrocarril, donde en su pulpería recibe decenas de turistas todas las semanas.
«Pedro atiende un almacén de ramos generales y se transformó en un ‘personaje de culto’ y todos los fines de semana hay una legión de gente que va a visitarlo para probar sus quesos y charlar con él», contó Vesco.
Además del turismo rural, lo que está ayudando a repoblar los pueblos del interior bonaerense es el cambio a raíz de la pandemia que se plantearon muchas familias que se cansaron de la vida en la ciudad y eligieron comenzar de nuevo en ámbitos más conectados con la naturaleza.