El mosquito vector del dengue, Aedes aegypti, fue hallado en 2019 por primera vez en la ciudad de Tandil y continuó su expansión en 2020, año en la que se produjo la tercera y más importante epidemia a nivel nacional. Aunque no se registraron casos de transmisión autóctonos, Darío Vezzani, doctor en ciencias biológicas e investigador del CONICET, advirtió que es solo “cuestión de tiempo” para que esto suceda. De igual modo, el experto advirtió que el vector también fue detectado en Saladillo, Las Flores, Azul y Bahía Blanca.
“Cuando hablamos del centro y sur de la provincia estamos hablando de médicos que no están buscando la enfermedad, porque son localidades que no tienen experiencias de dengue y de una enfermedad que tiene síntomas inespecíficos (se confunde con otras)”, dijo el experto y aseguró: “Estoy convencidísimo que hay un montón de municipios en la región que están en la misma situación respecto de la llegada del vector, o ya establecido, y no tienen ni idea que está pasando”.
“En 1997 encontramos el Aedes aegypti en Buenos Aires (capital y conurbano) y veíamos a la enfermedad como algo que pasaba en el norte del país. Y la pregunta en ese momento era ‘¿por qué no tenemos dengue acá si tenemos mosquitos como para hacer dulce?’” ¿Entonces? “La primera epidemia nacional llegó en 2009. Y el AMBA ya se comió tres epidemias de dengue”.
Pero el AMBA ya es historia. Entre 2014 y 2020 el vector avanzó en el centro y sur de la provincia de Buenos Aires: “está en Saladillo, Las Flores, Azul, Tandil y Bahía Blanca. Pero no hubo casos de dengue. No, eso está más al norte. Antes más al norte era en Misiones, ahora más al norte es AMBA. Entonces, reitero, es una cuestión de tiempo”.
En Bahía Blanca hubo casos importados, sin transmisión autóctona. En Saladillo, a 200 kilómetros de Tandil, hubo tres casos autóctonos confirmados. Pero aseguran que ese número habría que multiplicarlo por 10.
“Está muy subdiagnosticado porque muchísimos casos de dengue son asintomáticos o pasan por una gripe, sobre todo en un contexto de pandemia por COVID-19”, manifestó Vezzani, integrante del Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable (CIC-UNICEN).
Cazador de mosquitos
Darío Vezzani se mudó a Tandil en 2016 y empezó a buscar el vector. Lo hizo durante tres años sin resultados positivos. Hasta que, en febrero de 2019, durante una reunión con Federico Sánchez Chopa, director de bromatología del municipio, un vecino les envió una foto de un mosquito que, sospechaba, podía ser Aedes aegypti.
Al día siguiente se acercaron al domicilio del vecino y cazaron dos ejemplares, lo mismo hicieron en casas linderas. Pero no era suficiente. Vezzani necesitaba confirmar si se trataba de un hecho aislado o si, efectivamente, el mosquito encontró las condiciones apropiadas y se estableció una población.
Para avanzar en la detección del vector, Vezzani junto con la colaboración del municipio colocaron 39 ovitrampas durante 35 semanas. Estas ovitrampas eran frasco negro, agua y una madera en su interior, lugar con las condiciones necesarias para que el mosquito coloque allí sus huevos. También se realizó búsqueda activa en distintos ambientes urbanos (gomerías, cementerios, predios municipales, obras en construcción). Los resultados confirmaron la sospecha: el mosquito estaba instalado en el centro de la ciudad.
Durante enero y mediados de abril de este año se reiteró el monitoreo. Misma cantidad de ovitrampas y búsqueda activa. Nuevamente se detectó la presencia del vector en la zona urbana y -esto fue una novedad- hallaron una mínima presencia en la periferia de la ciudad. “Me resulta irrefutable la expansión geográfica que hubo”, aseguró Vezzani.
“Los meses críticos con mayor presencia de mosquito fueron de febrero a marzo. Coincide con lo que ocurre en la región. En septiembre se puede encontrar y a mediados de julio todavía puede estar”, explicó.
Tres epidemias y avances del vector hacia el sur
“El mosquito está en expansión. Dentro del municipio está instaladísimo”, reiteró. Y continuó: “Vengo advirtiendo que cada 4 o 5 años, dependiendo de las condiciones climáticas y de la situación epidemiológica en la región, tenemos transmisión autóctona de dengue y una epidemia nacional”.
En 2009 se registró la primera epidemia de alcance nacional con 26 mil casos autóctonos confirmados. El límite de transmisión en ese momento fue en el AMBA, llegando a Quilmes.
La segunda epidemia, con casi 40 mil casos, sucedió en 2016 alcanzando la transmisión autóctona a La Plata. La última fue en 2020, coincidiendo con la pandemia de COVID-19. Se registraron casi 60 mil casos afectando a más de 400 localidades del país y en la provincia de Buenos Aires la transmisión del virus llegó hasta Saladillo. Un detalle más: durante esta última epidemia se registraron 3 serotipos del dengue en circulación.
“Este año (2021) hubo 1500 casos según cifras oficiales”, aseguró el experto. Probablemente esto tenga que ver con las restricciones producto de la pandemia. El dengue no es endémico en Argentina. Esto es: no circula todo el año, significa que el virus ingresa al país con personas portadoras y se inicia el ciclo de transmisión. Sin embargo, Vezzani observó que “hay más mosquitos, más ingresos de virémicos y un cambio climático que altera la temperatura de la región. Antes se creía que en 50 años subiría la temperatura un grado y medio, hoy el IPCC advirtió que esto sucederá en 10 o 15 años. Todo esto hace que sea cada vez más inevitable que el dengue vaya a ser endémico en las zonas más calientes del país”.